Mi amadísima hija, debo explicar a cada una de las personas
vivas hoy en esta Tierra la importancia del tiempo dado a ellas. Nunca he
interferido con la voluntad del hombre, ya que este es uno de los mayores dones
dados a la humanidad y nunca se puede quitar. Satanás, por el contrario,
interfiere con el libre albedrío del hombre y ha buscado incansablemente
esclavizar la mente humana y robar su alma, desde el mismo principio.
Por lo tanto, es el libre albedrío el cual es dado al
hombre, que será buscado por espíritus malignos. Pero es también a través del
libre albedrío del hombre que la cerradura de la puerta a Mi Reino pueda ser
abierta. Porque son carne, y por lo tanto mortales, el único tiempo que
tienen que prepararse para la vida eterna es ahora. Nunca deben olvidar esto.
Deben estar preparados en todo momento, ya que al igual que Mi Padre les dio la
vida, así también Él la puede quitar en cualquier momento en cualquier día.
Si fueran a morir ahora, hoy, ¿estarían en condiciones para
venir ante Mí? ¿Saben qué faltas y qué actos han cometido y qué odio han
mostrado a su prójimo, lo cual será revelado ante Mí? Ustedes deben, con el fin
de que les sea dada vida eterna, saber lo que debe hacerse ahora, hoy, para
hacerlos limpios a Mis ojos.
A aquellos que aprueban el pecado y lastiman a otros, por un
lado y por el otro, luego rezan y llevan vidas, las cuales dicen están
dedicadas a Mí, digo esto. Cada hora, Me hieren con su hipocresía. Cada día, su
alma se vuelve más distanciada de Mí. Ustedes deben seguir los Diez
Mandamientos exactamente como les fueron dados por Mi Padre, de lo contrario,
no pueden decir que son de Mí.
Tantas almas no entran al Cielo y muchos deben sufrir la
limpieza necesaria para hacerlos aptos para entrar en Mi Reino. Pero muchas más
almas son arrojadas a la oscuridad eterna. Tantos se dan cuenta de cómo han
ofendido a Dios, a los pocos minutos de su muerte en la Tierra. Cuán asustados
y afligidos están entonces. Se dan cuenta de que su tiempo para el
arrepentimiento ha pasado y que es demasiado tarde para ellos a esas alturas.
¿Por qué no entienden que la muerte puede ocurrir en
cualquier momento? Que deben saber, cuando ofenden a Dios, deben
esforzarse por cambiar la forma en la cual se comportan a fin de encontrar paz.
Cuando evitan el pecado y continuamente tratan de enmendar la forma en que
tratan a otros, solo entonces encontrarán verdadera paz. Cuando están en paz en
su alma – lo cual solo puede suceder cuando luchan contra el pecado y muestran
remordimiento por sus malas acciones – se acercan más a Dios.
Cada día, deben preguntarse a sí mismos – ¿aprobaría Dios
mis acciones hoy? Ustedes sabrán, en su corazón, la respuesta.
Su Jesús