Míercoles, 3 de agosto del 2011, a las 9:45 hrs.
Hija Mía, no debes asustarte por esta tarea, pues está
predicho que la conversión tendrá lugar. Desgraciadamente no se salvarán o no
podrán ser salvados todos los hombres. Ellos, los que persiguen hoy a Mi
querido Hijo en el mundo, son peores que aquellos que lo ejecutaron en la
Crucifixión. A causa de que Mi Hijo murió para salvar al mundo del pecado, se
aprendió en todo el mundo una lección, y es que es necesario entregarse a Mi
Hijo. Muchos que conocen la verdad, deciden ignorar esto.
He sido enviada tantas veces para animar a todo el mundo a
orar y, sin embargo, Mis advertencias a Mis hijos han caído en el olvido con el
tiempo. Hoy, cuando Me manifiesto por medio de videntes en diferentes países,
no sólo son ignorados sino que son ridiculizados. Mi Presencia y las señales
que muestro en el cielo, y otras apariciones, son rechazadas. Incluso
sacerdotes y obispos ignoran Mis advertencias. También ellos se han apartado de
la creencia en la Intervención Divina. Qué ciegos están, que rechazan Mi ayuda,
la de Su querida Madre.
Mi Hijo sufre tanto – rompe el corazón verle sufrir tanto a
causa de la maldad del pecado. Mis hijos no tienen idea de cómo sufre la pena
que tiene que contemplar en el mundo, cuando Él ve la crueldad de los hombres.
Hija mía, recuerda a Mis hijos que solo apareceré un par de
veces más en el mundo, porque el tiempo de la última batalla ha llegado, cuando
aplaste la cabeza de la serpiente.
Mis hijos deben saber cuánto los ama y valora Mi querido
Hijo. Les pido con urgencia que abran sus corazones y le muestren el amor y el
apasionamiento que Él se merece. Él, vuestro Salvador, que aceptó libremente la
muerte en su forma más cruel para salvaros, quiere, ahora, salvar a esta
generación de las trampas de Satanás.
Él, el embaucador, sonríe, hija Mía, porque sabe que ha
logrado robar almas preciosas. Recen, recen, recen ahora, para que Mi Hijo sea
escuchado durante el GRAN AVISO, y que Su regalo de Salvación sea aceptado con
brazos abiertos y humildes.
No olvidéis que como Madre Vuestra, siempre pediré gracias
para Mis hijos. Mis lágrimas se han derramado por aquéllos que no quieren oír
la verdad, ya que sólo con oración constante pueden ser salvadas estas almas
desgraciadas.
Vuestra Amada Madre, Nuestra Señora de los Dolores