Domingo 9 de junio de 2013 a las 22:15 hrs.
Mi amada hija, el dolor que soportas físicamente en este
momento es para salvar almas, que están
tan alejadas de Mí, que si no estuvieras para ofrecerme esto como un alma
víctima, ellas estuvieran perdidas para Mi por siempre. Siempre recuerda cuanto
me hiere y rompe Mi corazón cuando pierdo aunque solo sea un alma.
Mi amor por la humanidad se mantiene intacto, porque nada me
detendría de amar a cada preciada alma. Les amo tanto que los dones que te he
dado, hija Mía, de ver a todos los hijos de Dios, como Él los ve, con una
pureza de corazón, es interminable. Es por esto que sufres tanto, Mi pequeña.
No es por aquellos cuya ira te insulta, sino que es por aquellas almas que
están en terrible oscuridad y cuyo destino te aterroriza, que soportas estas
nuevas aflicciones físicas.
Por favor comprende que cuando te vuelves impaciente y
molesta, debido a estas pruebas dolorosas, que son nada comparadas con el
intenso sufrimiento que encaran aquellas almas que serán tomadas por la bestia.
Significará nada cuando se compara a las almas que deben padecer el dolor del
sufrimiento en el Purgatorio. Qué poco esto significará para ti cuando veas
cómo arrancaré aquellas almas, que de otra manera no serían capaces de salvarse
a sí mismas, de la sujeción maligna de la bestia.
Hija Mía, no importa qué tan doloroso este sufrimiento es,
que no importará cuando Yo una a los hijos de Dios, cuando el más Glorioso
Paraíso descienda en el Gran Día. Cuando la Nueva Jerusalén descienda sobre el
mundo al sonido de las trompetas, las luces llenarán los cielos y todo estará
en silencio entonces ante el sonido de
los ángeles, cuyo canto llegará a toda alma antes del momento final. Ésta será
la última hora cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos.
Tu Jesús
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