Jesús, en Ti confio

De acuerdo a las indicaciones de Nuestra Amada Madre, la Virgen María, en el mensaje del 01-12-2013, Madre de la Salvación 

Para ver el mensaje completo con las indicaciones de Nuestra Madre para hacer la Novena,  click en imagen

Esta es la oración; Cruzada de Oración (130) 
que debéis decir  cada uno de los siete días, 
(3 veces al día por las mañanas)

Cruzada de Oración (130)
 Novena de Salvación:

Mi amada Madre de la Salvación, por favor obtén para todas las almas, el Don de la Salvación Eterna a través de la Misericordia de tu Hijo, Jesucristo.

Mediante tu intercesión, suplico que tú ores para liberar a todas las almas que están en esclavitud de Satanás.

Por favor, pide a tu Hijo mostrar Misericordia y perdón para aquellas almas, que Lo rechazan, que Lo lastiman con su indiferencia y que adoran la doctrina falsa y dioses falsos.

Te imploramos Madre querida, que pidas por las Gracias para abrir los corazones de las almas que más necesitan de tu ayuda. Amén.


Tarjetita autorizada, para hacer copias y repartir 



viernes, 3 de abril de 2015

Jesús revela detalles de Su Crucifixión

Jueves, 29 de marzo de 2012 a las 13:15 hrs.

Mi muy querida bienamada  hija, Mi tiempo para más sufrimiento ocurrirá mientras Mi Pasión en la Cruz sea conmemorada.

Ningún hombre comprende el horror de Mi sufrimiento durante Mi crucifixión ni la manera en que fuí azotado.

Mi flagelación fue lo peor. Fui golpeado salvajemente por diez hombres y cada centimetro de Mi cuerpo fue cortado .

La carne de Mi espalda fue desgarrada y Mis omóplatos eran visibles.

Apenas podía ponerme de pie y un ojo fue magullado y aplastado.
Solo podía ver por Mi ojo izquierdo.

En el momento que me llevaron ante Poncio Pilato y colocaron la corona de espinas en Mi cabeza, apenas podía sostenerme.

Ellos entonces me desnudaron antes de colocarme una corta vestidura roja sobre Mi cabeza y entonces colocaron una hoja de palma en Mi mano derecha.

Cada espina era como una aguja, así de puntiaguda. Una de las espinas también traspasó Mi ojo derecho, que apenas me dejó capaz de ver.

Perdí tanta sangre que vomité y estaba tan mareado, que cuando empecé a subir el Calvario, no podía sostener la Cruz.

Caí tantas veces, que tomó horas antes de que alcanzara la cima de la colina.

Fui flagelado y azotado a cada paso del camino.

Mi cuerpo estaba todo ensangrentado y cubierto con un grueso sudor producido por un sol abrasador.
Me desmayé algunas veces.

Mucho de ésto era doloroso y agonizante, lo más espantoso de todo fue el odio mostrado hacia Mí, no solo por los adultos a lo largo del camino, sino por los niños pequeños, que me pateaban, porque ellos estaban siguiendo el ejemplo de sus padres.

Los gritos que brotaban de sus bocas y el odio, eran nada comparado al miedo que tenían de Mí.
Porque, detrás de todo esto, ellos todavía no estaban seguros si era o no, de hecho, el Mesías que estaban esperando por tanto tiempo.

Era más fácil, por lo tanto, odiarme, denunciarme en vez de aceptarme porque  eso habría significado, que ellos habrían tenido que cambiar sus maneras.

Mi momento más agonizante fue cuando me tendí en el suelo sobre Mi costado, habiendo sido pateado en la espalda de nuevo y vi a Mi amada Madre mirándome.

Ella estaba derrumbada y tuvo que ser sostenida por dos de Mis discípulos.
Solo podía verla través del único ojo restante y casi no podía soportar mirar su tormento.
Las burlas, los gritos y los rugidos de las multitudes de cientos podían ser sentidos desde el suelo en que Yo yacía y tomó seiscientos soldados para organizar y supervisar la crucifixión Mía y la de otros seis.
Yo era el centro principal de su atención y los otros no sufrieron como Yo lo hice.
Cuando Mis muñecas, en la base de Mis pulgares, fueron clavadas a la Cruz, Yo ya no sentía nada.
Mi cuerpo estaba tan maltratado y golpeado, que Yo estaba en estado de shock.
Mis hombros estaban dislocados y Mis brazos arrancados de sus cavidades.
El peor daño físico fue infligido sobre Mi cuerpo antes de que fuera clavado a la Cruz.
No dejé escapar ni un grito.
No protesté.
Solo un susurro.
Esto enfurecía a Mis verdugos, que querían una reacción para satisfacer sus deseos.
Nunca me involucré con ellos, porque hacer eso habría significado que Yo hubiera tenido que involucrarme con satanás y sus demonios, quienes infestaban sus almas.
Esto es por lo que su maldad hacia Mí era tan intensa.
Estuve colgado en la Cruz durante cinco horas.
El sol era abrasador y sin nubes que ayudaran a reducir la quemadura de Mi piel.
En cuanto tomé Mi último aliento, Mi Padre envió progresivamente nubes negras, así como también truenos y relámpagos.
La tormenta que se llevó a cabo fue de tal magnitud aterradora y tan de repente que a los que me miraban no les quedó ninguna duda en ese momento de que Yo era, efectivamente, el Salvador que había sido enviado por Dios Padre.
Te revelo ésto, hija Mía, como un regalo para tí a cambio del inmenso acto de sufrimiento que me has ofrecido.
Dí a Mis hijos que Yo no lamento Mi Pasión en la Cruz.
Lo que lamento es que Mi sacrificio haya sido olvidado y que muchísimos nieguen que Mi Crucifixión se haya llevado a cabo.
Muchos no tienen idea de lo que Yo tuve que sufrir así como muchos de Mis apóstoles no presenciaron Mi subida al Calvario.
Lo que me hiere hoy día es que muchos todavía me niegan.
Os suplico a vosotros, Mis seguidores, que no permitáis que Mi crucifixión se desperdicie.
Yo morí por TODOS los pecados, incluyendo los que se cometen hoy.
Quiero y necesito salvar a aquellos que me niegan incluso hoy día.

Vuestro Amado Salvador,
Jesucristo

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