Lunes 9 de junio de 2014 a las 21:42 hrs.
Mi muy querida bienamada hija, cómo anhelo llegar a aquellos
que han perdido la fe y los que ya no creen en Mí, así como también a los
ignorantes.
Estos Mensajes son para el mundo - no solo a los elegidos,
que me saludan con todos los honores y cuyas almas están llenas de amor para
Mí. Os amo a todos, pero confío en los fieles para difundir la
Palabra de Dios, a fin de encender dentro de los endurecidos corazones cerrados
el fuego de Mi Amor.
Si me amáis, haréis a los demás todas las obras buenas que
Yo os enseñé. Trataréis a los demás, como Yo os he amado. Seráis
pacientes con los que os desprecian por llevar el distintivo del
cristianismo. Abrazaréis a los débiles: les enseñaréis Mi Amor en todo lo
que decís y hacéis. Ser cristiano significa defender Mi Palabra en todos los
sentidos. Jamás debéis olvidar que Mi Amor es Divino. Mi Divinidad es irreprochable/intachable
y el Poder del Espíritu Santo es invencible cuando está presente en cualquier
Obra/Trabajo que sea Mía. Mis Obras son poderosas y crecerán y se
extenderán como una fuerte ráfaga de viento con una velocidad que está más allá
de vuestra comprensión. Así que cuando me doy a conocer con Mi Palabra -
Mis Mensajes al mundo - si vosotros me abrazáis, mostraré gran Misericordia a
todos los que acepten Mi Copa voluntariamente. Cuando aceptáis los Dones
que os doy y los utilizáis, como Yo deseo que lo hagáis, por el bien de los
demás, entonces grandes milagros de conversión se llevarán a cabo. Mi
Amor, cuando vosotros lo aceptéis de Mí, se extenderá a los demás. Cuando
otros reciban vuestro amor, ellos también reconocerán de dónde viene éste.
Mi Amor, cuando es infundido dentro de vuestras almas, a
través del Poder del Espíritu Santo, os hará arrodillarse delante de Mí,
llorando de alegría. No os equivoquéis; vosotros reconoceréis el Amor
de Dios al instante cuando éste perfore vuestro corazón por el Poder del
Paráclito. Entonces comprenderéis el Poder del Amor porque Yo Soy Amor. Yo
Soy el Poder por el cual todos los demonios, cada ángel caído y el mismo Satanás
caen al suelo en agonía, porque ellos no tienen ningún poder sobre Mí.
Cuando vosotros permitáis que Mi Amor llene vuestras almas,
vosotros también tendréis el poder, dentro de vosotros, para vencer toda clase
de mal en el mundo. Mi Amor destruye el poder de Satanás y de todos sus
demonios. Mi Amor será vuestra arma en contra de la maldad, que tendréis
que enfrentar, porque habláis en Mi Nombre. Aceptad Mi Amor y amad siempre
a Mis enemigos. No odiéis a Mis enemigos, porque eso es exactamente lo que
el maligno quiere que hagáis, y de ésta manera pueda propagar el odio. El Amor,
cuando se extiende/esparce, suscita amor dentro de otros así como el odio
genera la duda, el miedo y la ira. El amor es la única manera para
derrotar al odio. El odio no puede derrotar al Amor si este viene de Dios.
Deseo daros esta Cruzada de Oración para protegeros del
odio.
Cruzada de Oración (156) Protección contra el odio:
Querido Jesús, dame Tu Amor y abre mi corazón para aceptar
Tu Amor con gratitud. Por el Poder del Espíritu Santo, deja que Tu Amor
brille sobre mí, para que me convierta en faro de Tu Misericordia.
Rodéame con Tu Amor y deja que mi amor por Ti diluya todo
tipo de odio, que encuentro cuando propago la noticia de Tu
Palabra. Derrama Tu Misericordia sobre nosotros y perdona a aquellos que
te rechazan, te insultan y quienes son indiferentes a Tu Divinidad, y dales el
Regalo del Amor.
Deja que Tu Amor resplandezca todo en los momentos de
incertidumbre, de una fe débil, en tiempos de pruebas y sufrimientos y, por el
Poder del Espíritu Santo, ayúdame a llevar la Verdad a los que están más
necesitados de Tu Ayuda. Amén.
Mis queridos seguidores, necesitaréis Mi Protección más que
nunca a medida que esta Misión crece. Mi Amor siempre os cubrirá y me daré
a conocer a vosotros a través de Mi Palabra, de la Gracia del Espíritu Santo y
por la conversión, a través de la oración, que esta Misión de Salvación traerá
al mundo.
Nunca dudéis de Mi Divinidad o del Poder de Dios, porque sin
Mí no sois nada.
Vuestro Jesús