Miércoles 6 de marzo del 2013 a las 9:45 hrs.
Mi amadísima hija, llamo a todos aquellos en el mundo que
creen en Mí, Jesucristo, a que escuchéis.
Muchos de vosotros encontraréis difícil aceptar el
sufrimiento que tendréis que enfrentar en Mi nombre. Hasta ahora, vuestro
sufrimiento ha sido limitado a la pena que han sentido en vuestras almas por el
pecado de los hombres y por el sacrificio que Yo hice para salvar a la humanidad
de su maldad. Ahora, seréis ridiculizados a causa de vuestra Fe y os harán
sentir avergonzados cuando defendáis Mis enseñanzas y las Leyes de Dios.
Muchos de vosotros rechazaréis este Llamado del Cielo por
miedo. El aceptar que ahora me comunico con el mundo, para prepararlo para Mi
Segunda Venida, no es algo que la gente puede aceptar fácilmente. Porque,
¿quién es Mi profetisa? ¿Y quiénes son los que vinieron antes que ella en Mi
Nombre? ¿Cómo saber que ella está diciendo la Verdad, con tantos falsos
profetas e impostores que os confunden? Nunca ha habido un profeta, enviado del
Cielo, que no haya sufrido ridiculización, abuso, tormento y crueldad. Ni uno
solo. Muchos fueron asesinados. Podéis estar seguros que cuando los frutos de
Mi Trabajo, dado a tales profetas, dan por resultado oración y conversión,
ellos han sido enviados por Dios, al mundo, para preparar a Sus hijos, para que
estos regresen a Él.
Estad consientes que Mis verdaderos profetas van a resistir
la prueba del tiempo, y para aquellos que ignoren los mensajes que ellos traen
a la raza humana, habrá lamentos y rechinar de dientes. Cuando atacáis Mi Santa
Palabra, dada a un verdadero profeta, interferís con la Voluntad de Dios. No
debéis sentir vergüenza ahora. Podéis creer que estáis defendiendo Mi Palabra
cuando atacáis a Mis profetas, pero con el tiempo, el daño que le hacéis a
esta, Mi última Misión en la tierra, cuando sea revelada a vosotros, os traerá
terrible temor y aflicción.
Si me amáis, debéis mantener vuestros ojos abiertos y leer
cuidadosamente Mis instrucciones. Si falláis en poner atención a Mis
advertencias, dadas a vosotros por Amor de Dios, rechazaréis la Verdad. La
Verdad solo puede salvaros. La Verdad es el oxígeno que se necesita para
mantener la vida de vuestras almas. Sin la Verdad, no me veréis claramente, ni seréis capaces de
tomar decisiones correctas. Recordad que Yo soy la Verdad. Sin Mí no tenéis
vida.
Vuestro Jesús
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