Mi querido hija, yo soy la Inmaculada Virgen María, la Madre
de Dios, y vengo a revelaros el propósito de mi misión en la tierra.
Yo soy la esclava del
Señor y fui nombrada por mi Padre Celestial para llevar en mí a Su Hijo,
Jesucristo, el Salvador del mundo. Apenas fui llamada a cumplir su Santísima
Voluntad, a través del nacimiento de Su Hijo Unigénito, que fue enviado para
dar la Vida Eterna a todos Sus hijos, se me dio la labor de ser Su mensajera a
través de todas las épocas. Fui enviada como Su mensajera para revelar los
misterios de Su Reino Celestial y en todo momento vine en Su Santo Nombre para
impartir mensajes importantes para el mundo. No he venido por derecho propio,
porque nunca he recibido esta autoridad. Vine en el Nombre de Dios, como su
leal servidora, para la Gloria de Dios, para que Él pudiera llamar a las almas
a Su Divina Misericordia. Ahora vengo de nuevo en esta, la última Misión,
autorizada por la Bendita Santísima Trinidad, para la salvación de las almas.
He desempeñado un papel importante en la Venida del Mesías,
la primera vez, y vengo finalmente como Su santa mensajera en estos, los
tiempos del fin, antes de que Él, mi Hijo, se manifieste en Su Segunda Venida.
A lo largo de los siglos, cuando me manifesté en las
apariciones de la Tierra, una señal fue dada al mundo. En muchos casos, revelé
profecías importantes a través del don de locución interior, pero, en algunos
casos, no se dijo nada en absoluto. En lugar de ello, una señal fue dada y los
bendecidos con discernimiento entendíeron qué era lo que Dios quería que Sus
hijos supieran. Es a causa de Su gran generosidad que Él autorizó/decretó estas
Intervenciones Divinas porque Su único Deseo era salvar almas.
Mi Padre Eterno, Quien creó todas las cosas de la nada,
intercede solo cuando Él lo desea para rescatar a Sus hijos de las
decepciones(engaños), que son plantados en sus corazones. Es cuando el maligno
crea el caos, que Dios siempre interviene para abrir los corazones de Sus hijos
al Gran Amor que Él tiene por cada uno de ellos. Aceptad esta misión, queridos
hijos, con agradecimiento y dad gracias a Dios por Su Gran Misericordia, sin la
cual se perderían muchas almas.
Vuestra Amada Madre
Madre de la Salvación
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