Jueves 6 de marzo de 2014 a las 13:45 hrs.
Mi muy querida bienamada hija, cuando las personas tratan de
animar a otras a pecar, lo hacen de diversas maneras, que pueden no parecer
evidentes.
La tentación al pecado es seductora y la víctima siempre
encontrará difícil alejarse de él. En el caso de robo, el pecador se
sentirá atraído por el gran premio, que será suyo, si estuviera dispuesto a
robar. En el caso de asalto físico y daño corporal causado a otro, la
víctima será seducida por el odio, presentada a él como siendo una buena cosa.
Estará convencido de que él simplemente está involucrado en un castigo, que es
necesario, en nombre de la justicia. En otros casos, la víctima se involucrará
a cometer el pecado y no verá nada malo en ello, porque la tentación será tan
atractiva.
El pecado y la tentación de participar en el acto siempre se
presentarán como siendo algo bueno, inocente, y en muchos casos será percibido
como justo. Lo malo será visto como bueno, y lo bueno se verá como algo
malo. Todas las cosas en las que Satanás se involucra, en particular cuando
seduce al hombre con todas las razones imaginables, para darle la espalda a
Dios, se entenderán al revés. Siempre donde Satanás está presente, habrá
confusión. Nada será como debería ser. Nada bueno puede venir de su
infestación. Las almas que participan en sus proyectos sufrirán, durante y
después que el pecado se ha cometido, de una conciencia profundamente
inquietante. La lección importante aquí es evitar situaciones en las que
se enfrenten a la tentación. Para hacerlo, deben orar por la fuerza de
permanecer en estado de Gracia.
Que ningún hombre crea jamás que tiene la suficiente fuerza
de voluntad para resistir las presiones que se ejercerán sobre él por el
espíritu del mal. Si creéis esto, vosotrros caeréis de repente e
inesperadamente. Vosotros debéis permanecer alertas, cada minuto de cada
día, porque nunca se sabe cuando el maligno está trabajando. Él es muy
astuto y muy cuidadoso. Muchos, no tienen idea de cómo trabaja Satanás,
pero una cosa está clara. Él os traerá nada más que miseria y dolor. Vosotros
debéis, por tanto, rezar cada día, la oración a San Miguel.
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla,
sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del
demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú,
oh, Príncipe de la Milicia Celestial,
por el Poder que Dios te ha conferido,
arroja al Infierno a Satanás y a todos los espíritus
malignos
que vagan por el mundo buscando la perdición de las almas. Amén.”
Satanás y todos los demonios que vagan por la Tierra, están
trabajando intensamente, para llevaros lejos de Mí en este momento - más que en
cualquier otro momento desde que caminé en la Tierra. Debéis mantener
vuestros ojos en Mí y escucharme, para que Yo pueda seguir protegiéndoos.
Vuestro Jesús