Miércoles 26 de febrero de 2014 a las 16:26 hrs.
Mis hijos, escuchadme, mientras Yo os Llamo y declaro Mi
profundo y permanente Amor por todos vosotros. En medio de las pruebas, la
tristeza, la crueldad, la maldad y, ciertamente, en la alegría y la paz, Yo
estoy al Mando de todo.
El tiempo está maduro para que la Purificación se
intensifique, pero nada, solo lo bueno, vendrá de estos tiempos. Pensad en
estos tiempos, como si fuera un niño enfermo postrado en cama y golpeado con
una enfermedad, que lo vuelve débil, impotente, carente de energía, de
nutrientes y con una fiebre muy alta. Él no se recuperará hasta que la fiebre
haya desaparecido y, sin embargo, es la fiebre la que le libra de la
enfermedad.
La Purificación del hombre ha sido anunciada y Yo la
permito, para que pueda librar a la humanidad de la enfermedad que azota a los
corazones y a las almas de los que no me conocen de verdad. Las divisiones en
el mundo se incrementarán, antes de que finalmente se agoten. Las guerras,
después de haber entrado en erupción y después de haber destruido,
desaparecerán, y la paz reinará. La apostasía envolverá a muchas almas,
pero después, la mayoría de Mis hijos verán la Verdad y vendrán corriendo hacia
Mí, por el amor que experimentarán de Mi Hijo amado, Jesucristo.
Mi Creación se volverá perfecta, cuando Satanás y todos los
demonios que infestan la Tierra hayan sido desterrados. La Luz se volverá más
brillante, la Perfección del Paraíso perdido se renovará a su antigua Gloria y
la humanidad llegará a ser Una en Mí.
Mi promesa de traeros de vuelta al Paraíso, que Yo he creado
para cada uno de vosotros, aún antes de que vosotros tomarais vuestro
primer aliento, está a punto de ser presenciada. A cada uno de vosotros os
ha sido dado este patrimonio. Preparaos. Seréis llevados a Mi Paraíso
a través del amor que voy a colocar en vuestros corazones y por las Gracias las
que se os concederán en vuestras almas. Ni una sola alma de entre vosotros será
capaz de decir que Yo no os di todas las oportunidades, todas las señales,
todos los indultos. Orad para que tengáis la gentileza de
aceptar la vida gloriosa, que tengo preparada para vosotros, de
un mundo sin fin.
Vuestro amado Padre
Dios el Altísimo