Sábado 21 de mayo de 2011 a las 10:40 hrs.
Hija Mía, el perdón es el sendero hacia la libertad. Cuando
ustedes perdonan a los que los han ofendido o a los que les han causado daño,
ustedes serán libres de espíritu. Eso es cuando la alegría llena su alma. Eso
también significa que Yo estoy presente en su interior. Cuando ustedes perdonan
a otros, esto es un signo de amor, no solo para su prójimo, sino también para
Mí su Divino Salvador. Para aquellos de ustedes que no creen en Mi: sepan que
cuando también, perdonan a los demás, Yo estoy presente y camino con ustedes.
Sin embargo no tienen idea de que este sea el caso.
El perdón es amor. Mi amor es interminable. Pero Yo les
imploro, hijos Míos, permitanme perdonarles por sus pecados. Si tan solo me
pidieran hacer esto, no solo serán libres, sino que el amor y la alegría que
experimentarán los sorprenderá. Este acto de humildad les permitirá comunicarse
con amor hacia los demás. La luz de ustedes brillará e influirá a otros de una
manera especial, pero ni ustedes ni ellos se darán cuenta de esto. Mi amor,
después de que el acto de Redención ocurre, inundará el alma de ustedes. Su
alma limpia será como un imán que atrae a otros hacia ustedes.
Perdonar a otros no es fácil, hijos Míos. El orgullo y el
sentimiento de autoestima impiden que este gran acto de misericordia se lleve a
cabo. Este es el trabajo de Satanás; porque él sabe que la falta de perdón
lleva a otros pecados más serios en contra de Dios Padre. Cuando ustedes no
pueden perdonar a otros, en primer lugar, construyen un resentimiento, el cual,
cuando se incuba, conduce al odio e incluso al asesinato. En muchos casos puede
conducir a la guerra.
Si las personas en todas partes se perdonaran unos a otros
de buena gana, entonces el odio no existiría. El asesinato sería menos
frecuente y el amor, el amor de Dios el Padre Eterno, se propagaría.
Aprendan a perdonarse unos a otros. Dejen el orgullo a un
lado y pidan Mi Misericordia. Porque cuando ustedes pidan algo de acuerdo a Mi
Santa Voluntad, se les concederá su petición.
Su amoroso Salvador
Rey de Misericordia, Jesucristo
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