Miércoles 29 de octubre de 2014 a las 14:25 hrs.
Mis queridos hijos, cuando os sintáis descorazonados,
desanimados, y temerosos, debido a las terribles injusticias de las que sois
testigos, pedid por favor mi poderosa protección. Yo intercederé en vuestro
nombre, y le pediré a mi Hijo que escuche vuestros ruegos por la paz y
tranquilidad. Él os colmará de las Gracias necesarias para perseverar y
mantener viva, dentro de vuestra alma, la llama del Espíritu Santo.
Si buscáis los Dones del Espíritu Santo y mi Hijo responde a
vuestra llamada, vuestra Fe en Él se fortalecerá grandemente. Una vez que esto
acontezca, vuestra Fe os hará capaces de confiar más en Su Gran Misericordia.
La Fe es el fundamento de la Iglesia, por la cual ella puede permanecer
fuerte(firme). La Fe os libera del miedo y de la desesperación. Ella os traerá
consuelo, paz y tranquilidad, en los tiempos turbulentos. Ella os permite ver
las cosas claramente, como debéis hacerlo, para que os protejáis vosotros
mismos de la persecución que tenéis que enfrentar cada día.
Aquellos que son devotos de Jesucristo tendrán siempre que
soportar el dolor de Su Sufrimento. Esto es algo que tendréis que aceptar
cuando seguís Sus Pasos. Cuando vosotros aceptáis esta Cruz, debéis entonces
entregar vuestro sufrimiento a mi Hijo, para la salvación de las almas de
aquellos que, en caso contrario, nunca serían capaces de entrar en el Reino de
mi Hijo. Vuestro sacrificio, a pesar de que pueda ser difícil, trae gran
alegría a mi Hijo, que llora con gran tristeza por aquellos que Él perderá para
el maligno en el último día.
La fe, la esperanza y la confianza en mi Hijo, aliviarán
vuestro sufrimento y os traerán paz y alegría. Es en el momento en que recibís
estas Bendiciones, cuando sabréis que habeis atravesado todas las barreras, las
cuales os separaban de Dios. Y, por eso, debéis estar agradecidos - no tristes
- porque el Reino de Dios será vuestro.
Id, hijos míos, para amar y servir a mi Hijo.
Vuestra amada Madre
Madre de la Salvación