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jueves, 30 de octubre de 2014

Madre de la Salvación: Bienaventurados son aquellos a quienes se les darán las llaves del Paraíso

Domingo 19 de octubre de 2014 a las 20:40 hrs.


Mi querida hija, yo soy tu Madre, la Reina del Cielo. A todos vosotros quienes me invocan para que interceda en vuestro nombre para pedir a mi Hijo que os proteja, os cubro(rocío) con gracias especiales. Todo el Cielo ora por la humanidad en este momento, para que la transición hacia el nuevo mundo sin fin, sea suave. Es el mayor deseo de mi Hijo llegar dentro de los corazones de todos los pecadores. Para retirar las telarañas de confusión, que cubren sus almas. Para atraer, incluso a aquellos con corazones de piedra, hacia Su Gran Misericordia.

Mi Hijo nunca se da por vencido en su misión para tocar los corazones de todos. Él nunca busca vengarse de los que le ofenden y Él nunca favorece a un alma sobre otra. Él los ama a todos, incluso a Sus mayores enemigos, y esto siempre será así. Vosotros no debéis rehuir a mi Hijo si habéis sufrido en esta vida; si habéis perdido a un ser querido en circunstancias trágicas; o si sois víctimas de terribles injusticias. Dios es el Autor de la Vida. Él la da y la quita. Solamente cuando un alma, rellena de espíritus malignos, asesina a otro, es que Dios hará que esa alma pague muy caro.
Mientras exista el pecado, el mal va a permanecer en la tierra. Será solo cuando el pecado sea desterrado que la maldad se disipará. Hijos, os pido que seáis pacientes. Pido que paséis vuestro tiempo en oración tanto como podáis. Os pido que sigáis recitando el Santísimo Rosario para la protección de vuestras familias, vuestras naciones y vuestros países. Nunca antes mi Rosario será tan poderoso como lo es en estos tiempos, y vosotros recibiréis grandes gracias cuando lo recitéis, sobre todo en voz alta, y en grupos.

Todos los planes de Dios están en su lugar para la Segunda Venida de Jesucristo. Os pido que, por medio de vuestras oraciones, ayudéis a preparar el camino para todos los pecadores que buscan el arrepentimiento, para que ellos puedan disfrutar la vida eterna en el mundo venidero, el cual no tiene fin. Bienaventurados son aquellos a quienes se les darán las llaves del Paraíso.

Vuestra amada Madre
Madre de la Salvación