Domingo 10 de agosto de 2014 a las 18:00 hrs.
Mi muy querida bienamada hija, las mareas han retornado, y
en su despertar, mudarán muchas cosas, como ha sido predicho. No tengáis
miedo, pues Yo os he dado muchas veces Mi Palabra, de que todo finalizará con
Mi Gran Misericordia, la cual acarreará a cada alma hacia la Luz de Mi Amor y
Compasión. Temed solamente Mi Justicia, pero cuando esta se desate, sabed
que será para el bien de los demás y para la salvación del mundo, que esto es
permitido. Yo mando castigos solo para impedir que el odio se propague, y para
despertar dentro de aquellas almas ennegrecidas por la mancha del pecado, algo
del amor que aún está dentro de ellas, de manera que ellas vengan a Mí.
¿Por qué el hombre, y especialmente el hombre devoto, cree
que sabe más que Yo? ¿Es más inteligente que Él, Quien lo creó? Su evaluación
racional de todas las cosas que son de Mí, ¿puede erradicar Mi presencia? La
arrogancia del hombre y su orgullo por sus propias proezas serán su
perdición. El hombre no tiene ningún poder, solo el que yace dentro de su alma.
La Fe, cuando es pura, es una cosa poderosa, y es a través de la Fe, y solo la
Fe, que Yo, Jesucristo os traigo esperanza, amor y alegría. Solo Yo puedo
proveer al hombre con grandes Dones/Gracias, pero si él(el hombre) no me pide
esos Dones/Gracias, yo no se los puedo imponer contra su voluntad. Pedid y
recibiréis. Permaneced en silencio, de boca cerrada, y Yo no podré responderos
porque no venís a Mí. Volveros siempre a Mì y pedirme cualquier favor, porque
Yo os responderé cada vez. No me volváis la espalda y digáis - todo estará
bien, la vida se encargará por sí misma. La vida debe ser merecida. La
Eternidad es un Regalo de Dios y es dada a aquellos que piden por ella.
Lamentablemente, muchos desperdiciarán su oportunidad de la Vida Eterna porque creen
que la humanidad es más poderosa que cualquier Dios, quien puede ser que exista
o no exista. Y así, ellos dictarán su propio destino y le darán la espalda a la
Vida Eterna, por el pecado del orgullo. Así son de obstinados.
Ellos me negaron en sus vidas en la tierra y me negarán
cuando Yo esté delante de ellos, con los brazos extendidos, en el Gran Día.
Ellos se alejarán y caminarán hacia dentro de la cueva del león, donde nunca
encontrarán un minuto de paz.
Vuestro Jesús