Domingo 5 de enero, de 2014 a las 19:34
Mi queridísima bienamada hija, cuando el Fuego del
Espíritu Santo entra en el alma de una persona, la primera respuesta son las
lágrimas. La segunda respuesta es de perplejidad. La tercera respuesta es la
realización de algo maravilloso – un entendimiento interior de la Verdad de
Dios y de todo lo que Él desea – que ha sobrepasado a ésa alma en particular. De
repente, una paz desciende, así como también un agudo conocimiento del Misterio
de la Existencia de Dios – el Amor de Dios. Todas las cosas, que son acordes
con la Palabra de Dios, se esclarecen.
Solo aquellos que hayan entregado su voluntad a Dios y que
hayan perdido todo orgullo e intelecto humano, y le hayan ofrecido estas cosas
a Él, serán capaces de recibir éste Don del Espíritu Santo. Si hay, aunque
sea tan solo una pizca de orgullo en el alma, el Espíritu Santo nunca entrará
en ella.
Solo aquellos que verdaderamente creen que Dios es
Todopoderoso y que el hombre no es nada e indigno de estar en presencia delante
de Él, pueden entregarle su voluntad. Solo aquellos que estén dispuestos a
hacer todo lo que se requiera de ellos, para hacer la Santa Voluntad de Dios,
de acuerdo a Su Palabra, se les puede dar el Don de proclamar la Palabra, la
cual tendrá un real impacto.
Cualquier hombre que proclame la Verdad, y diga que está siendo
guiado por el Espíritu Santo, nunca presumirá de su propia grandeza. Nunca
atraerá/llamará la atención sobre sus dones, sus talentos, su
conocimiento, su santidad o su humildad. Porque cuando un hombre hace
esto, en el Santo Nombre de Dios, él no ha sido bendecido con el Espíritu del
Fuego – la Llama que enciende los corazones de los hombres, para que ellos
respondan, con amor, a la Palabra de Dios.
Durante Mi Tiempo en la Tierra, Yo os dejé muy claro a todos
que aquél que se exalta a sí mismo ante Mí, será arrojado a la intemperie.
Aquél que se humille delante de Mí, será exaltado.
Vuestro Jesus